Unas sesenta páginas con la experiencia de Iglesias de todas las regiones del mundo que sufren guerras, cambios climáticos, sistemas económicos que producen «explotación, desigualdad y descarte'». Iglesias cuyos fieles sufren el martirio, en países donde son minorías o donde tienen que hacer frente a » secularización cada vez más intensa, y a veces agresiva».
Iglesias heridas por abusos «sexuales, de poder y de conciencia, económicos e institucionales», heridas que necesitan respuestas y una «conversión». Iglesias que abrazan los desafíos, sin miedo y sin intentar «resolverlos a toda costa», comprometiéndose en el discernimiento sinodal: “Sólo así las tensiones podrán convertirse en fuentes de energía y no caer en polarizaciones destructivas».
Crecer como Iglesia sinodal
Este 20 de junio se publicó el Instrumentum laboris, el documento que servirá de base para los trabajos de los participantes en el Sínodo sobre la sinodalidad previsto del 04 al 29 de octubre de este año en la Ciudad del Vaticano y que proseguirá hasta el 2024. Se trata de un punto de partida y ciertamente no de llegada. De hecho, el documento recoge la experiencia de las diócesis de todo el mundo en los últimos dos años, a partir del 10 de octubre del 2021, cuando Francisco puso en marcha un camino para comprender qué pasos dar «para crecer como Iglesia sinodal«.
Por tanto, es un documento para el discernimiento «durante» la Asamblea General, pero al mismo tiempo una preparación «con vistas» a la asamblea para los participantes y los grupos sinodales: «La finalidad del proceso sinodal – se especifica – no es producir documentos, sino abrir horizontes de esperanza».
Presentan dos secciones
El Instrumentum laboris; consta de un texto y quince fichas que aportan una visión dinámica del concepto mismo de «sinodalidad».
Más en detalle, hay dos «macro-secciones»: la Sección A, que destaca la experiencia de los dos últimos años y el camino a seguir para llegar a ser cada vez más Iglesia sinodal; la Sección B – titulada Comunión, misión, participación – que destaca las «tres prioridades», en el centro del trabajo en octubre de 2023, vinculadas a los tres temas principales:
Crecer en la comunión acogiendo a todos, sin excluir a nadie; reconocer y valorar la contribución de cada bautizado con vistas a la misión; identificar estructuras y dinámicas de gobierno a través de las cuales articular la participación y la autoridad a lo largo del tiempo en una Iglesia sinodal misionera.
En este contexto está enraizado «el deseo de una Iglesia cada vez más sinodal también en sus instituciones, estructuras y procedimientos». Una Iglesia sinodal que sea ante todo una «Iglesia de la escucha» y que, por tanto, «desee ser humilde, y sepa que debe pedir perdón y que tiene mucho que aprender».
«El rostro de la Iglesia muestra hoy los signos de graves crisis de confianza y credibilidad», se lee en el Instrumentum laboris. “En muchos contextos, las crisis relacionadas con abusos sexuales, económicos, de poder y de conciencia han empujado a la Iglesia a un exigente examen de conciencia ‘para que, bajo la acción del Espíritu Santo, no cese de renovarse’ (LG 9), en un camino de arrepentimiento y conversión que abra caminos de reconciliación, sanación y justicia”
La riqueza de las Iglesias locales
Una Iglesia sinodal es también «una Iglesia de encuentro y diálogo» con creyentes de otras religiones y otras culturas y sociedades. Es una Iglesia que «no teme la variedad», sino que «la valora sin forzarla a la uniformidad». Sinodal es entonces la Iglesia que se alimenta sin cesar del misterio que celebra en la liturgia, durante la cual «experimenta cada día la unidad radical en la misma oración», pero en la «diversidad» de lenguas y ritos.
La cuestión de la autoridad
Otros pasajes significativos se refieren a la cuestión de la autoridad «¿Se plantea ésta en la línea de los parámetros derivados del mundo, o en la del servicio”, es una de las preguntas. O la necesidad de una «formación integral, inicial y permanente» para el Pueblo de Dios; el «esfuerzo» por la renovación del lenguaje utilizado en la liturgia, la predicación, la catequesis, el arte sacro, así como en todas las formas de comunicación a los fieles y a la opinión pública también a través de los nuevos y viejos medios.
«La renovación del lenguaje – afirma el texto – debe orientarse a hacerlos accesibles y atractivos a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sin representar un obstáculo que mantenga alejados».