Al celebrarse mañana 02 de febrero, la XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, con ocasión de la Fiesta de la Presentación del Señor, tengo a bien dirigirme a todos ustedes queridos consagrados y consagradas que trabajan en la Arquidiócesis de Piura, para expresarles mi sincero agradecimiento y mi profundo reconocimiento por toda la riqueza que significa la presencia de ustedes en nuestra Iglesia particular. La gran diversidad de carismas de la Vida Consagrada es una verdadera riqueza para Piura y Tumbes.
Efectivamente, cada Instituto de Vida Consagrada, aporta la vitalidad del propio carisma, del cual brotan tantas obras pastorales y sociales para bien de nuestros fieles, como por ejemplo en los
ámbitos de la liturgia, la catequesis, la educación, la promoción humana, y la asistencia en la caridad de Cristo a los hermanos más pobres, necesitados y descartados.

Con ocasión del “Año de la Vida Consagrada”, convocado por el Papa Francisco el 2015, el Santo Padre, fiel a su estilo pastoral directo y franco, les hacía estas preguntas que considero no han perdido vigencia, y que pueden serles de suma utilidad para vivir mejor su vocación y misión: “Nuestros ministerios, nuestras obras, nuestras presencias, ¿responden a lo que el Espíritu ha pedido a nuestros fundadores, son adecuados para abordar su finalidad en la sociedad y en la Iglesia de hoy?
¿Hay algo que hemos de cambiar? ¿Tenemos la misma pasión por nuestro pueblo, somos cercanos a él hasta compartir sus penas y alegrías, así como para comprender verdaderamente sus necesidades y poder ofrecer nuestra contribución para responder a ellas? La misma generosidad y abnegación que impulsaron a los fundadores – decía San Juan Pablo II – deben moveros a
vosotros, sus hijos espirituales, a mantener vivos sus carismas que, con la misma fuerza del Espíritu que los ha suscitado, siguen enriqueciéndose y adaptándose, sin perder su carácter genuino, para ponerse al servicio de la Iglesia y llevar a plenitud la implantación de su Reino”.1
Que esta XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, sea una ocasión para renovarse en la propia vocación, para así tocar y consolar las llagas de Cristo presentes en el ser humano y la creación entera.
María Santísima, la Madre de Dios, es de una manera especial, la madre y el modelo de los que viven la vida consagrada.

“¡Que todos los religiosos y religiosas sepan ofrecerse juntamente con Cristo, como una llama que se consume en el amor! ¡Que vivan de Él y para Él, en la Iglesia y para la Iglesia! Y que María Santísima los lleve a esta cada vez mayor intimidad con su Hijo, precediéndolos en el camino de la oblación y de la donación. Sea siempre María vuestro ejemplo, vuestro modelo, vuestra fuerza, queridísimos hermanos y hermanas”.2
Queridos consagrados y consagradas: Abracen con esperanza el futuro, esa esperanza que no se basa en los números o en las obras, sino en el Señor Jesús, quien como ayer permitirá hoy a la vida
consagrada seguir escribiendo una gran historia en el presente y futuro del Perú como lo hizo en el pasado con nuestros santos religiosos, verdadera reserva espiritual y moral de nuestra Patria.
Renovándoles mi profundo agradecimiento por su presencia y testimonio en Piura y Tumbes, les aseguro mis oraciones por su fidelidad y santidad, para que el Señor los siga bendiciendo y
fortaleciendo en su servicio. Asimismo, pido en mi oración al Señor, para que suscite muchas y santas vocaciones en cada una de sus comunidades.
Con mi bendición pastoral, pide sus oraciones para el Papa Francisco.
San Miguel de Piura, 01 de febrero de 2024
JOSÉ ANTONIO EGUREN ANSELMI, S.C.V.
Arzobispo Metropolitano de Piura