REFLEXIONES DE SEMANA SANTA

DIONICIO MANTILLA LEÓN                  


Sin lugar a dudas que el suicidio del ex Presidente de la República, Alan García Pérez, ha sido la noticia que, a lo largo de la semana que pasó, la que más ha conmovido al país e, incluso, a América Latina y lo ha sido por estar ligada al quehacer del Poder Judicial empeñado en esclarecer los actos de corrupción de la clase política generados por la empresa ODEBRECHT. Un deceso que ha provocado diversas reacciones: El pesar de sus seguidores, el contento morboso de gente equivocada que han convertido las redes sociales en canal de sus frustraciones, odios y venganzas, pero, también, una ocasión para que sus partidarios sostengan que los culpables de su muerte son los fiscales, policías y el gobierno mismo pese a conocer que fue una decisión personal. Sin embargo, esta tragedia no debe servir de obstáculo para continuar la lucha contra la corrupción y la impunidad.    
 

              Días atrás, también se produjo un hecho de gran importancia, la superación de un conflicto social de larga data cuyos protagonistas fueron más de 50 comunidades del corredor minero de las Bambas en las regiones Apurímac y Cusco que luchan contra la contaminación ambiental generada por la empresa minera china MMG. Conflicto entrampado por la falta de confianza de los comuneros en el Gobierno y la empresa minera china MMG, pero que, en mérito a la intermediación

 

 

de la iglesia católica, representada por Monseñor, Miguel Cabrejos Vidarte, Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, ha sido superado justo en los inicios de la semana santa. Una exitosa intermediación que, empero, no ha sido publicitada en su verdadera dimensión por la prensa y que hoy relievamos.

             Un marco político y social en semana santa al que se añade otro teñido por eternos males como el incremento de la delincuencia, la criminalidad, la violencia contra la mujer, la pobreza, la informalidad, la contaminación ambiental, las mafias explotadoras, la angustia de compatriotas del norte que siguen viviendo en la intemperie; asimismo, el deterioro de la salud, la anemia, la desnutrición infantil, una educación que no encuentra aún el rumbo ideal, la desconfianza en la capacidad y honestidad de los gobernantes de todos los niveles gubernativos.

             Un escenario  negativo que viene latigueando sin cesar a nuestra sociedad y que, en estos días, dedicados a recordar los aciagos días del martirologio del Hijo de Dios, Jesús, nos conduce a preguntarnos: ¿Cuál es la raíz de estos males? ¿Cuándo terminará?

             Los que profesamos la fe cristiana creemos que la Humanidad hace dos mil años también vivió un escenario semejante al que nos agobia estos días, pero Dios en su infinita bondad nos dio la oportunidad de revertirlo enviándonos a Jesús, su único hijo, para que nos sirviera de Maestro y Guía en el nuevo rumbo a seguir con la puesta en práctica de una doctrina basado en al amor, la paz y la honestidad. Doctrina contenida en el libro sagrado, la Biblia, que sirve de luz conducente a encontrar la senda que nos lleve a la vida eterna. Una doctrina que se resume en el mandamiento cristiano rector: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Siendo la prédica de este mandamiento y su supuesta entronización como Rey de los Judíos las causas de su martirologio y muerte en la cruz por las huestes imperialistas de Roma.

           Un mandamiento que hemos dejado de cumplir siendo esta la raíz de todos nuestros males mientras que su acatamiento consciente, la solución de los mismos.        Lamentablemente, nuestra fragilidad espiritual e inclinación al mal ha propiciado el incumplimiento de los principios cristianos que Jesús con inmenso amor sembró en el mundo.

            Estos días en que culminamos semana santa reflexionemos en la urgencia de no apartarnos del mandamiento cristiano rector. Si el corrupto lo hiciera dejaría de coimear; el delincuente, de robar; el criminal, de matar; el explotador, de explotar; el gobernante incapaz, se capacitaría; el machista respetaría a la mujer; nuestras autoridades gobernarían con sabiduría y en nuestro país se instauraría una sociedad diferente que viviría en armonía, fraternidad y desarrollo pleno.

           “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.”